Los trastornos de las vías respiratorias inferiores presentan desafíos que a menudo requieren enfoques especializados y matizados para un tratamiento eficaz. Las dolencias comunes, como el asma y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), han impulsado el desarrollo de complejas estrategias de tratamiento que incluyen broncodilatadores y medicamentos antiinflamatorios, cada uno diseñado para facilitar la respiración y revitalizar los pulmones.
Los broncodilatadores, el primer paso para mejorar la respiración, vienen en varias formas, cada una con su propio mecanismo de acción. Se dividen en, terapia de acción corta (rescate) y terapia de acción prolongada (mantenimiento).
Los medicamentos para la terapia de rescate incluyen agonistas de los receptores adrenérgicos β_2 de acción corta que activan los receptores adrenérgicos β_2, relajando los músculos bronquiales, facilitando un flujo de aire más suave y proporcionando un alivio rápido durante la broncoconstricción aguda. Aunque las metilxantinas, como la teofilina, no suelen utilizarse en la terapia de rescate, actúan como broncodilatadores al inhibir las enzimas fosfodiesterasas (PDE), en particular la PDE-4, en el músculo liso de las vías respiratorias. Esta inhibición impide la degradación del monofosfato de adenosina cíclico (AMPc), lo que conduce a un aumento de los niveles intracelulares de AMPc. El AMPc elevado activa la proteína quinasa A (PKA), que reduce las señales de contracción muscular, lo que produce una relajación de los músculos lisos bronquiales y una mejora del flujo de aire, lo que proporciona un alivio significativo a las personas con dificultad respiratoria. Además, los antagonistas de los receptores muscarínicos impiden que los receptores de acetilcolina se unan a los receptores M_3 en estos músculos bronquiales, lo que les permite relajarse y favorecer una mejor respiración.
El tratamiento de acción prolongada puede incluir agonistas de los receptores β_2-adrenérgicos de acción prolongada. Los antagonistas de los receptores de leucotrieno cisteinílico son fármacos antiinflamatorios que se dirigen específicamente a la broncoconstricción y la reducen.
Otros fármacos antiinflamatorios son fundamentales para controlar la inflamación en el tracto respiratorio inferior. Los glucocorticoides suprimen directamente los genes inflamatorios o activan sus homólogos antiinflamatorios. Como resultado, frenan la cascada de inflamación que puede dañar gravemente las vías respiratorias. Los estabilizadores de los mastocitos impiden la liberación de mediadores inflamatorios de los mastocitos y se utilizan habitualmente como fármacos antiasmáticos para reducir la inflamación y ayudar a controlar los síntomas del asma. Inhiben la entrada de iones de calcio en los mastocitos, bloqueando eficazmente la liberación innecesaria de estos agentes que contribuyen a la inflamación continua.
Por último, los inmunomoduladores, incluidos los inhibidores de la IgE y la interleucina, suprimen estratégicamente los elementos que desencadenan las reacciones alérgicas y protegen el sistema respiratorio de los daños colaterales de la inflamación crónica.
El tratamiento del asma y la EPOC requiere una evaluación cuidadosa de las causas, los síntomas y los tratamientos. Los médicos deben controlar la eficacia de estos tratamientos y realizar los ajustes necesarios para maximizar la eficacia de la atención.
Del capítulo 18:
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