Las pruebas radiológicas son fundamentales para el diagnóstico y el tratamiento de diversas enfermedades pulmonares. Dos pruebas esenciales son la angiografía pulmonar y la tomografía por emisión de positrones (PET).
Angiografía pulmonar
La angiografía pulmonar es un procedimiento invasivo que implica la inyección de un medio de contraste a través de un catéter introducido en la arteria pulmonar o en el lado derecho del corazón para visualizar la vasculatura pulmonar. La tomografía computarizada (TC) ha sustituido a esta técnica debido a su naturaleza menos invasiva. Sin embargo, cuando las pruebas menos invasivas arrojan resultados no concluyentes, en particular en la detección de anomalías congénitas del árbol vascular pulmonar, se puede utilizar una angiografía pulmonar.
Objetivo
El objetivo principal de una angiografía pulmonar es localizar obstrucciones o afecciones patológicas como una embolia pulmonar. Proporciona una vista detallada de los vasos pulmonares, lo que ayuda en el diagnóstico y la planificación del tratamiento de enfermedades pulmonares.
Tomografía por emisión de positrones (PET)
Por otra parte, la tomografía por emisión de positrones (PET) es un procedimiento no invasivo que utiliza una preparación de glucosa radiactiva intravenosa para distinguir entre nódulos pulmonares benignos y malignos. Las células pulmonares malignas tienen una mayor captación de glucosa, lo que se puede demostrar mediante una tomografía por emisión de positrones.
Objetivo
Las tomografías por emisión de positrones son fundamentales para distinguir entre nódulos pulmonares benignos y malignos, lo que ayuda a la estadificación y el tratamiento del cáncer. Las tomografías por emisión de positrones pueden diferenciar con precisión entre tejido normal y tejido enfermo al demostrar una mayor captación de glucosa en las células malignas.
Responsabilidades de enfermería
Las responsabilidades de enfermería para ambos procedimientos incluyen la atención previa y posterior al procedimiento. Para la angiografía pulmonar, la enfermera debe asegurarse de que se haya obtenido el consentimiento informado, evaluar las alergias conocidas que puedan sugerir alergias a agentes radiopacos (p. ej., yodo y mariscos), evaluar el estado de anticoagulación y la función renal, y asegurarse de que el paciente no haya comido ni bebido nada durante las 4 horas anteriores al procedimiento. Después del procedimiento, la enfermera debe controlar los signos vitales, el nivel de conciencia, la saturación de oxígeno y el sitio de acceso vascular para detectar sangrado o hematoma.
En el caso de las tomografías por emisión de positrones, es fundamental controlar los niveles de glucosa en sangre del paciente antes del procedimiento, ya que unos niveles elevados pueden interferir en la prueba. Es posible que se restrinja la ingesta de alimentos y líquidos, excepto agua, durante las 4 a 6 horas previas al procedimiento. Después del procedimiento, la enfermera debe alentar la ingesta de líquidos para facilitar la eliminación de sustancias radiactivas.
En ambos procedimientos, la enfermera desempeña un papel fundamental en la educación del paciente, explicándole el procedimiento, los posibles riesgos y qué esperar durante y después del procedimiento. El objetivo final es garantizar la seguridad, la comodidad y la comprensión del paciente durante todo el proceso.
Del capítulo 6:
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