Los fármacos antipsicóticos son un método de tratamiento crucial para las psicosis agudas y crónicas, la enfermedad bipolar y los trastornos de conducta. La selección de estos fármacos depende de varios factores, incluidos el estado de la enfermedad, el criterio clínico, las posibles interacciones farmacológicas y la sensibilidad del paciente a los efectos adversos. En escenarios inmediatos, como el delirio y la demencia, el tratamiento a corto plazo con dosis bajas de agentes típicos o atípicos de alta potencia puede controlar eficazmente la exacerbación de los síntomas. Para la psicosis de la enfermedad de Parkinson, los antipsicóticos atípicos son el tratamiento preferido.
Los objetivos principales de este tratamiento antipsicótico agudo son, reducir el comportamiento agitado, mejorar la organización del pensamiento y disminuir el aislamiento social. Sin embargo, la adherencia al tratamiento suele ser difícil debido a los eventos adversos de los fármacos, la disfunción cognitiva, el consumo de sustancias y la percepción limitada de los pacientes sobre su propia enfermedad. Estas dificultades pueden aumentar el riesgo de recaída. En los casos de trastorno bipolar, para mitigar este riesgo, el tratamiento antipsicótico puede extenderse durante varios meses después de la resolución de la manía y la psicosis. En el caso de enfermedades crónicas como la esquizofrenia y el trastorno delirante, es necesario un tratamiento a largo plazo. Cuando se cumple adecuadamente el tratamiento, puede reducir significativamente las tasas de recaída. Sin embargo, es posible que algunos pacientes no respondan al tratamiento farmacológico, lo que sugiere una enfermedad refractaria al tratamiento. En estos casos, se puede emplear clozapina o terapia electroconvulsiva.
Es importante señalar que la respuesta al tratamiento antipsicótico en la esquizofrenia aguda puede producirse en cuestión de horas o días. Aun así, la respuesta máxima al fármaco puede tardar semanas, especialmente en el caso de los síntomas negativos. Los agentes antipsicóticos atípicos suelen mostrar una eficacia similar o ligeramente mejor que los antipsicóticos típicos en el tratamiento de la esquizofrenia, y algunas pruebas sugieren que ofrecen ligeras ventajas para abordar los síntomas negativos y los déficits cognitivos. Sin embargo, su principal distinción radica en un perfil de efectos secundarios neurológicos más favorable. El aumento de peso y las preocupaciones metabólicas siguen siendo desafíos importantes en el tratamiento a largo plazo. Si no hay respuesta después de dos semanas, se debe realizar una reevaluación clínica, incluida una evaluación de la adherencia a la medicación, antes de considerar el ajuste de la dosis o el cambio a otro agente.
En conclusión, los fármacos antipsicóticos son fundamentales para el tratamiento de enfermedades mentales graves. Su uso eficaz depende de una selección cuidadosa, una adherencia adecuada y un seguimiento continuo de la respuesta del paciente. En ciertos casos difíciles, pueden ser necesarios tratamientos alternativos como la clozapina (Clozaril) o la terapia electroconvulsiva (TEC). La clozapina y la olanzapina (Zyprexa), debido a su alto riesgo metabólico, se utilizan como último recurso en casos refractarios al tratamiento.
Del capítulo 14:
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Pharmacotherapy of Psychosis and Mania
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